Departamento Ecuménico de investigación
Departamento Ecuménico de Investigaciones
Ay de estos días terribles, ay del nombre que lleven, ay de cuantos se marchen, ay de cuantos se queden, dice el estribillo de una canción de Silvio
Cuántos estamos, cuántos se han ido, cuántos quieren volver, cuántas se quieren ir de donde están. De repente nos sobrevino un virus, como un barredor de tristezas, como un aguacero en venganza, que cuando escampe parezca nuestra esperanza, dice otra canción del trovador cubano.
Así estamos, entre el miedo y la esperanza, entre tristezas y soledades, enojos e imposibilidades, sacando lo mejor y lo peor; lo más primario, lo más profundo, a veces, lo más sincero. Ojala lo que salga, sirva de abono en la siembra de posibilidades, para el reencuentro con lo humano. Porque a nuestra humana humanidad se nos invirtió el cotidiano, devino lo virtual sustituyendo lo real, a veces ampliando, y otras aplastando.
Lo cierto es que irrumpió en el mundo un virus que nos obligó a parar. Nos obligó a entrar en un paréntesis, nos puso en modo “Stop”. Parar, mirar y esperar que el tiempo transcurra, que los contagios se detengan y aparezca la vacuna.
Nuestras coordenadas son: esperar para tocar-nos la cara, alejar-nos para hablar con la gente. Separar-nos, distanciar-nos y por fin volver. ¿A dónde?... A nuestro lugar seguro, a los besos y los abrazos. ¿Cómo se vuelve a ellos? hace tiempo se escaparon de nuestros cuerpos.
¿Ustedes saben a dónde se fueron?
¿Será que están jugando escondidas? Lo bueno es que aún tenemos los recuerdos, las imágenes y las palabras que los nombran y aferrándonos a ellas sobrevivimos.
Últimamente estamos experimentando muchos tipos de escondidas, entre pantallas sin rostros, entre voces sin cuerpos, voces que se traducen en palabras o emojis.
Y lo más triste de estos tiempos, es que nos estamos acostumbrando y hasta divirtiéndonos. Apagamos y prendemos cuadrados negros que nos mantienen informados, conectadas, saturados.
Pero de quien más nos escondemos es de un virus llamado Covid-19 que anda por ahí, nos quedamos quietitas y adentro de la guarida para cuidarnos cada unx en su casa. Hay escondites cómodos y seguros, hay otros pequeños, oscuros, de esos en los que dan miedo estar. Como muchas de las casas que hoy protegen a algunas y asustan o dañan a otrxs que deben permanecer allí para cumplir este aislamiento social.
Y cuándo será que podremos correr, salir, burlar al que nos busca y por FIN… tocar nuestro Piedra Libre*, nuestra BUENA para mí y para todos mis compas. ¿Cuándo? ¿Cuándo será el tiempo de salir?
Porque nos da miedo, estamos con preocupación y no podemos correr riesgos.
Por ahora lo que queda claro, es que estamos jugando y perdiendo, seguimos prolongando este juego, seguimos escondidos, porque no estábamos preparados; nuestra especie nunca se preparó para esto, para tanto, para tanta pérdida, porque SÍ: SÍ perdimos. Cada quien lo sabe. Cada quien podrá luego nombrarlo. Todavía ni es tiempo de salir a tocar, ni de salir a decir.
NO son tiempos de enunciar, son tiempo de ANUNCIAR, de llenar, de ocupar con cosas esta imposibilidad que sentimos, porque si sentimos tal vez aparezca el Terror, como dice la canción de Gabo Ferro: lo que te da terror te define mejor, pero como nos da tanto miedo, seguimos escapados, este miedo también llamado terror, nos nubla y confronta con nuestra impotencia, con la -tan humana- vulnerabilidad.
Imposible nombrar lo que volátilmente instaló este Covid -19, justo en el año 20.
Nos llevó al límite de todos los límites, a la crisis de toda las crisis, a postergar nuestras vidas y permanecer en un encierro protector, de cuidado y de solidaridad.
Extraña paradoja nos ha metido este virus: cuidar al otro semejante, distanciándonos de él. Porque, como en el juego de las escondidas, tenemos que esperar. Sí; todavía hay que esperar, tenemos que medir distancias, calcular que quien nos busca esté lo suficientemente lejos, para correr más rápido y salvarnos y, así, salvar a lxs demás.
La Otra persona como tal, se nos presenta como un riesgo de contagio y a la vez como un igual a nosotrxs, que SI se cuida me cuida, y nos cuidamos juntos. Cómo acomodar todo esto, cómo entender y dimensionar estos enredos simbólicos de "aislarnos y cuidarnos", cómo reinscribir espacios, afectos, lugares, vidas.
¿Cómo serán nuestras maneras de estar luego de este entretiempo? ¿¿¿CÓMO??? Ese es el gran interrogante si el miedo se apropió de nuestras vidas. Además no es cualquier miedo; es de esos profundos, terrorífico y, sobre todo, solitario y único: nadie lo tiene por igual.
Solitarios estamos, asimilando estos tiempos, donde los nacimientos y las muertes también son solitarias y aisladas. Donde los cumpleaños, graduaciones, casamientos, son apenas celebrados, son postergados y virtualizados. Y las violencias cotidianas, y el hambre, la pobreza, ocultadas y silenciadas.
Trabajos, escuela, salidas, música; cine, teatro, arte, deportes, todo absolutamente todo atravesado por una pantalla. Y para la falta de trabajo, de oportunidades, de vínculos. ¿Qué pantalla será?
¿Qué hay para los "informales", los excluidos, los no-parte de los Estados? ¿Aparcerá algo, o alguien que desde la pantalla ofrezca algún sostén? La virtualidad tampoco puede con ellos. Ni siquiera los nombran, nuevamente ninguneados y ahora doblemente negados.
Incertidumbres, pérdidas, renuncias, miedos; muertes, aislamiento, pobreza, exclusión. Nuestro tiempo neoliberal llegó casi al límite. Casi. Ojalá caiga, y toquemos el fondo, para resurgir, para volver.
Ojalá volvamos a ser desde los cuidados, desde la responsabilidad con las otras, los otros y les otres; con otras especies que, por fin, pudieron salir a respirar un aire un poco más puro, pudieron sentirse parte de este planeta. Ellas sí tocaron piedra libre, salieron de su guarida y son vencedoras.
Ojalá recuperemos el COMÚN; el sentido común que nos posibilite ocupar el espacio y el tiempo con otros sin dañar, sin destruir, compartiendo, conviviendo, siendo tan humanamente animales.
Ojalá a esos cuadrados negros podamos ponerle marcos blancos, límites, estructura que sostenga, como en un cuadro.
Ojalá logremos oscurecer la crueldad con la que hemos estado viviendo, para bordear nuevos horizontes, ojalá de colores, diversos, únicos, y brillantes.
Ojalá tengamos la oportunidad de aprehender a re-abrazarnos, a cuidar-nos, a encontrar-nos y demorarnos en el Amor y la Ternura.
Gracias por contactos, estaremos respondiendole lo antes posible
¡Hubo un error! Por favor volver a intentar